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Ìîâíà ñïåöèô³êà ë³òåðàòóðíèõ òâîð³â äîáè Çîëîòîãî ³êó ñêà÷àòü ðåôåðàòû

p align="left">Los sustantivos, igual que adjetivos, pueden usarse con intensificadores. El papel de intensificador lo tienen adverbios “tal” y “tanto” con particularidad que “tal” tiene también la forma de plural “tales” y “tanto” puede tener además la forma femenina “tanta”. Los ejemplos del uso de sustantivos con el “tal” son siguientes: Alzó la mano y le dio un bofetón tal, que le hizo volver de su embelesamiento. La dotó primero en veinte mil ducados, tal estaba abrasado el pecho del celoso viejo....que estos tales hombres, y en tales casos, no han cometido la culpa cuando les viene el arrepentimiento. Si pudiera crecer su amor, fuera creciendo: tal era la honestidad, discreción y belleza de su Preciosa. ¿Qué diablos os trajo por aquí, hombre, a tales horas y tan fuera de camino? Tal la tenía el miedo, que verdaderamente creyó que se ahogaba. Veo ser gran lástima que se pierda una tal voz como la vuestra. Arrebató la guitarra y comenzó a tocar de tal manera, que todas las criadas le oyeron. Tales sones hizó, que dejó admirado al negro y suspenso el rebaño de las mujeres que le escuchaba. También sabéis con cuánta libertad la doté, pues fue tal el dote, que más que tres de su misma calidad se pudieran casar con pinión de ricas.

Para dar ejemplos del empleo del intensificador “tanto” citaré más escritores del Siglo del Oro: ¡No es mentira de tanta consideración! Muero por verme con el señor Monipodio, de quien tantas virtudes se cuentan. En Perú había granjeado tanta hacienda, trayéndola toda en barras de oro y plata. La satisfacción que le había dado Preciosa le parecía ser de tanta fuerza que le obligaba a vivir seguro. Me dio tantos azotes, que me dejó por muerta. Viendo que el traer tanto dinero no era sino para conquistar o comprar su prenda. Pero la hermosura de Preciosa aquel día fue tanta, que ninguna la miraba que no bendecía....le diero tanto que hacer, que a no salir sus compañeros sin duda lo pasara mal. Servía a sus amos con tanta fidelidad, puntualidad y diligencia, que parecía que sólo se ocupaba en servirlos. El daba tantas voces y hacía tales extremos, que movía a los hombres. No sé quién te pueda sacar músico con tanta breveda.

Se observa que “tanto” sirve no sólo para incrementar el significado de nombres sustantivos sino también puede postponer a los verbos: Ilustrábala tanto con su buen entendimiento, que no era menos famoso por él que por ella. Riéronse de esto Chiquiznaje y Maniferro, de lo cual se enojó tanto el Repolido que dijo...

Es muy interesante que el valor evaluativo puede concentrarse aun en los nombres propios de protagonistas: Pipota, Preciosa, La Gananciosa, la Gariharta, Monipodio, Licenciado Rueda, Repolido, Maniferro, Chiquiznaque, la Escalanta, Rinconete, Cortadillo, licenciado Pozo, Clemente, Lobillo, Ganchoso, Licenciado Vidriera, Montesfracón, Asperino, capitán don Fulano, secretario don Tal de don Tales, capitán Valdivia, Carrizales, Gandul.

Existe un grupo de verbos que sirven para expresar el subjetivismo de lo enunciado. Compárense: Este señor parece tan honrado y Este señor es honrado.Dentro de estos se puede nombrar los verbos “parecer”, “pensar”, “opinar”,“creer”, “tener por” y otros. El verbo que resulta más productivo es sin duda alguna “parecer”: No les pareció mal a los dos amigos la relación del asturianillo, ni les descontentó el oficio. Les pareció que la llevaban a sepultura. Le pareció que había acertado a escoger la vida mejor que se le pudo imaginar. Parecióles que miraban a un ángel. El tiempo parece tardío y perezaso a los que en él esperan. Le parecía que se estremecía y ella quedó mortal, pareciéndole que le había cogido en el hurto. Si acaso parezco vieja, corrimientos, trabajos y desabrimientos echan un cero a los años. Y si le parece que es mucho lo que s pide, considere que es much más que se aventura. Sola Leonora callaba, y le miraba, y le iba pareciendo de mejor talle que su velado. La plata de las canas del viejo a los ojos de Leonora parecían cabellos de oro puro. Su demasiada guarda le parecía advertido recato. La patria no me parece de mucha importancia decirla, ni los padres tampoco. Parecían unos angelicos. Vuestras mercedes escuchen un sonetillo que anoche hice, que, a mi pareceer, aunque no vale nada, tiene un no sé que de bonito. La admirable belleza de la ciudad en aquellas peñas parece que tiene las casas engastadas. Sus puentes, parece, que están mirando unas a otras. Nápoles es a su parecer la mejor ciudad de Europa y aun de todo el mundo. De Palermo le pareció bien el asiento y la belleza. No me parece mal remedio ése. Parecióle que su riqueza era infinita, su gobierno prudente, su sitio inexpugnable, su abundancia mucha, sus contornos alegres y toda ella digna de la fama que de su valor por todas las paretes se extiende. De perlas me parece todo eso. Bien parece que no se acuerda de aquel refrán... Vimos arimados a ella dos hombres, al parecer de buen talle. Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones. No le pareció a Andrés legítima esta declaración, sino muy bastarda. Hazme parecido bien. Pues en verdad que no parece vuesa merced del Cielo. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años. Díjome que era pariente, y novio me pareció, que un pariente menos siente.

Otro verbo de este grupo que también se empleaen las obras analizadas muchas veces es “tener por”: Eran cosas que ellos tuvieron por merced señaladísima... Los vestidos fueron tantos y tan ricos, que los padres de la desposada se tuvieron por más que dichosos en haber acertado con tan buen yerno.

Es interesante que el mismo verbo “tener” usado con otra preposición, es decir, con la preposición “en” adquiere el sentido de “estimar, apreciar”: Y vámonos, abuela, que aquí nos tienen en poco.

Examinemos también los ejemplos del empleo del verbo “creer": No creo que haya otra, hijo. De los maestros de escuela creía que eran dichosos, pues trataban siempre con ángeles, y que fueran dichosísimos si los angelitos no fueran mocosos. De los pasteleros creía que había muchos años que jugaban a la dobladilla. De los titiriteros creía mil males: decía que eran gente vagabunda y que trataba con independencia de las cosas divinas.

A menudo se usa también ei sinónimo de este verbo “pensar”: Pienso que Celia es un gran casamiento, porque es muy rica y hermosa y de claro entendimiento. Agora pienso que Celia te adora. Por dicha piensan los señores que en Saboya merezco sus favores.

Otro verbo con el mismo significado es “opinar”: Opino que porque quien a muchas quiere a nadie puede querer. Opino que el Amor pisa las estampas de los celos. Opino que la Naturaleza es hermosa por ser varia.

A este grupo de verbos se puede atribuir también la expresión “cobrar fama”: Tú cobras fama de la mejor romancera del mundo. Por fin llegó a la ciudad que cobraba fama de la capital de pícaros sucios y gordos, vistosos oracioneros, esportilleros y mandilejos de la hampa.

En cuanto a nivel sintáctico se puede decir que, analizado el léxico de las obras del Siglo del Oro, se observa que el subjetivismo muy frecuentamente se expresa en las oraciones exclamativas: ¡Ahora sí es la risica!¡Ay, que bien haya esa gracia! ¡Ay, qué copete que tiene tan lindo y rizado! ¡Ay, qué blancura de dientes! ¡Mal año para piñones mondados que más blancos ni más lindos sean! ¡Ay, que ojos tan grandes y tan rasgados! ¡Y por el siglo mi madre que son verdes, que no parecen sino que son de esmeraldas!¡Extraño y triste espectáculo para losa padres, que a su querida hija y su amado yerno miraban! ¡Mal haya yo si más quiero que jures, pues con sólo lo jurado podías entrar en la misma sima de Cabra! ¡Notable error! ¡Gran ruido! ¡Todo el mundo no es bastante! ¡Qué dicha tendré si es ella! ¡Extraña gente! ¡Lástima me da! ¡Lástima es que esta mozuela sea gitana!

DAMA1: ¡Oh, qué gracioso entremés!

DAMA2: ¡Qué bien Amarilis habla!

DAMA1: ¡Qué bien se viste y se toca!

MARTÍN: (Aparte a JUAN.) ¡Buen mozo!

JUAN: (Aparte a MARTÍN.) ¡Buen talle!

INÉS: (Aparte a CELIA.) ¡Bravas plumas!

CELIA: (Aparte a INÉS.) ¡Bizarría tiene el belicoso traje!

MÚSICO1: ¿ Qué guitarra habéis traído?

MÚSICO2: La sonora portuguesa.

MÚSICO1: ¡Buenas voces!

MÚSICO2: ¡Extremadas!

Gran número de las oraciones exclamativas evaluativas se empiezan con la conjunción “que”: ¡Oué liviandad! ¡Qué traición! ¡Qué soldado tan galán! ¡Qué libertad tan grosera! ¡Oh qué donaire tan grande!¡Qué bien tocada venís! ¡Qué amor tan necio y cansado! ¡Qué descompuesta porfía! ¡Qué humildad! ¡Qué presto tras ellos viene! ¡Qué discreto fuego tiene para abrasar necios hielos! ¡Qué mal hace quien se atreve a dar por amor desdén, porque no es hombre de bien quien no paga lo que debe!¡Ay, Martín, qué necio he sido! ¡Qué desgraciado y perdido!

Un lunar tienes, ¡Qué lindo!

¡Ay Jesús, qué luna clara!

¡Oué sol, que allá en los antípodas

oscuros valles aclara!

Más de dos ciegos por verle

Dieran más de cuatro blancas...

Se encuentran también muchas oraciones que empiezan con el adjetivo “bravo”: ¡Brava vitoria, don Juan! ¡Brava arrogancia! ¡Bravo talle!¡Brava joya te ha enviado!

Otro elemento de intensificación aparece “éste sí que”: ¡Éste sí que se puede decir cabello de oro! ¡Éstos sí que son ojos de esmeralda!¡Éste sí que es juramento para enternecer las piedras!

CONCLUSIONES

Siglo de Oro es la época clásica o de apogeo de la cultura española desde la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (1492) hasta la muerte de Calderón (1681). El punto más alto de este apogeo se encuentra en la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega.

Fue un período de gran florecimiento político y económico en España, que alcanzó un gran renombre y prestigio internacional; durante esta época todo lo “nuevo” en Europa venía de España y era imitado con gusto y aplicación; se puso de moda saber la lengua española. Se desarrollan en especial la literatura, las artes plásticas y la música. El Siglo de Oro abarca dos periodos estéticos, que corresponden al Renacimiento durante el siglo XVI y al Barroco durante el siglo.

Axiologia, llamada también teoría de los valores, abarca, por una parte, el conjunto de ciencias normativas y, por otra, la crítica a la noción de valor en general.

Subjetivamente, el valor es el carácter que reviste una cosa al ser más o menos apreciada. Objetivamente, es el carácter de las cosas que merecen mayor o menor aprecio o que satisfacen cierto fin.

Valer y ser no se identifican en el proceso de la percepción humana. Percibimos muchas cosas que son, pero no por ello juzgamos que valen, más aún, nos dejan indiferentes. El valor es aquello que saca al sujeto de su indiferencia frente al objeto; por eso, el valor se funda en la preferibilidad. La noindiferencia es la esencia del valor. Tener valor no significa directamente tener más o menos realidad, sino no ser indiferente. Es precisamente esta característica del valor lo que va a plantear el problema central de la axiologia.

El valor es captado sentimentalmente. No se percibe el valor por la vía de un silogismo deductivo, sino de una manera inmediata en la que la capacidad de sentir de la persona se ve afectada. Hay un «orden del corazón» paralelo al «orden de la razón». El percibir sentimental no está unido exteriormente al objeto, ni aun de modo mediato a través de una representación o a través de un signo, como si el objeto fuera signo de algo más profundo.

EI valor es objetivo. El mismo hecho de que podamos discutir sobre los valores, supone que en la base de la discusión estamos profundamente convencidos de que son objetivos. Los valores se descubren, como se descubren también las verdades científicas.

Los valores son esencias o eidos. Quiere esto decir que los valores son independientes de las experiencias en que están inmersos. Esta esencia puede ser realizada por medio de la existencia, pero su modo específico de consistencia no se modifica por el modificarse de sus realizaciones existenciales.

Los valores son esencias «eternas e inmensas», por abarcar el espacio y el tiempo. Además son esencias «absolutas e inmutables»: los valores no cambian y no están condicionados por ningún hecho de naturaleza histórica, social, biológica o individual. Lo que vale una vez, vale siempre y de un modo uniforme: no valdrá más para unos que para otros.

El valor no es una relación, sino una cualidad. Es preciso distinguir entre el valor en sí y el valor para nosotros. Si hubiera valor sólo para algunos, entonces estarían constitutivamente en relación con el tiempo y con el espacio, cosa que ya hemos excluido.

La característica más importante de evaluación es la presensia de factor subjetivo que actúa reciprocamente con el objetivo. Una expresión evaluativa, aun si no se ve claramente el sujeto, sobreentiede la relación evaluativa entre sujeto y objeto. El aspecto evaluativo, como uno de los elementos de la estructura evaluativa, tienen los predicados axiológicos. Los predicados creer, opinar, pensar, parecer reflejan el caracter subjetivo de evaluación.

El componente subjetivo presupone la actitud positiva o negativa de sujeto hacia su objeto (a veces la representan en forma de relacion: gustar/no gustar, apreciar/no apreciar, aprobar/no aprobar) mientras el componente objetivo (descriptivo) toma como punto de referencia las cualidades propias de objetos o fenomenos a base de las cuales se evaluan.

P.Nowel-Smit divide los adjetivos en 2 grupos: grupo A (aptness-words) y grupo D (descriptive words). Los primeros indican que el objeto tiene unos rasgos que son aptos para despertar emociones y los segundos entran en descripción.

J. fon Wright propuso una clasificación de tipos de evaluación basada en tipos de objetos y semántica de combinaciones con la palabra "bueno". Él distingue las siguientes "formas de bienes": bien instrumental, bien técnico, bienes médicos, bien utilitar, bien gedónico, bienes de hombre.

Arutyunova divide los significados de evaluación parcial en 3 grupos que incluyen 7 categorías. El primer grupo lo forman las evaluaciones de sensor que se dividen en: gedonísticas, sicológicas entre las cuales se diferencian evaluaciones intelectuales (interesante, trivial, fascinante) y evaluaciones emocionales (alegre, deseado, agradable).El segundo grupo son evaluaciones sublimadas o absolutas: 1) evaluaciones estéticas basadas en síntesis de las de sensor y sicológicas; 2) éticas que sobreentienden las normas: moral, bondadoso, vicioso.

Las últimas 3 categorías que constituyen el tercer grupo son evaluaciones racionalísticas vinculadas con actividad práctica de hombre. Incluyen las evaluaciones 1) utilitares (útil, nocivo); 2) normativas (correcto, normal, sano); 3) teleológicas (eficaz, acertado, defectuoso).

En las estructuras evaluativas los rasgos subjetivo y objetivo actúan recíprocamente. Se distinguen la evaluación general que se basa en los rasgos que les atribuye el sujeto y los de evaluación parcial que tiene como punto de partida las características propias de objetos.

Los componentes objetivo y subjetivo de significado evaluativo representan una unidad dialéctica con correlaciones muy complicadas en límites de cada serie de unidades de la lengua.

Las relaciones entre el sentido descriptivo y evaluativo (emotivo) se manifiestan evidentemente en sistema de los adjetivos para los cuales es esencial la semántica de signo. Entre los adjetivos se puede diferenciar las palabras descriptivas que no contienen ninguna evaluación (por ejemplo, portugués, cúprico, matinal, bípedo etc), a este tipo pertenece la mayoría de adjetivos relativos y los evaluativos propiamente dichos (bueno, excelente, magnífico, estupendo, malo, feo, terrible) que designan sólo la evaluación con signo "+" ("bueno") o "-" ("malo") con diferente grado de intencificación y afectividad.

Ñòðàíèöû: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11